Mía llegó a nosotros en septiembre de 2019 porque su dueña no podía hacerse cargo de ella por más tiempo por motivos personales.
En este tipo de casos, siempre pedimos acogidas de manera urgente porque para un gato casero, entrar en el refugio supone un estrés brutal, se deprimen, dejan de comer, enferman y ha habido casos en los que han fallecido, literalmente, de la pena.
Tras un tiempo de acogida, en abril de 2020 llegó su familia definitiva 🙂