Diciembre 2009
Octubre 2009
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Rabi está muertiño de miedo y no me extraña. Se vió de repente encerrado sin saber ni cómo ni por qué, en un sitio extraño, con sonidos, olores, gente completamente desconocida para él. Es de los gatitos que, en estas situaciones se defienden de los cambios con un poco de agresividad.
Cuando llegó, sólo bufaba, te tiraba la zarpa, se lanzaba contra la puerta del transportín en cuanto te veía. Pobre, qué pasaría por su cabeciña. Ahora cada vez está más relajado, sigue bufándonos pero estoy convencida de que ya es por costumbre, ahora son mini bufidos, ya no parece una bestia parda dispuesta a comernos en cuanto nos acercamos a él. En un par de semanitas más acabará siendo ese gatiño mimoso que algún día debió ser.
Es impresionantemente bonito, grande, pesado, todo un macho adulto.